Vivir la buena vida

Vivir la buena vida es un objetivo muy querido por todos nosotros. Para mí, requiere reconciliarse con nuestro Yo y nuestro entorno. Nuestro Yo es un concepto difícil de evaluar y no probado que rige nuestra vida espiritual, intelectual, emocional y todos los demás aspectos de nuestra vida que no están limitados por nuestro cuerpo. En general, se admite que nuestra mente tiene una jerarquía de prioridades, preferencias y objetivos. También está claro que filtramos la realidad que nos rodea, es decir, las experiencias y acontecimientos que se suceden a nuestro alrededor. Nuestra mente inserta sus propias creaciones filtradas en sustitución de las experiencias sensoriales en bruto. La razón por la que lo hacemos es para protegernos de un futuro no deseado. Sólo podemos influir en nuestro futuro, ya que es demasiado tarde para cambiar el pasado y el presente. Así pues, la construcción del yo/mente está total y exclusivamente dirigida a optimizar el futuro basándose en las experiencias pasadas y presentes. Cuando no hay futuro que mejorar, no hay mente. 

Un reto importante, por supuesto, es optimizar el futuro basándonos en el pasado, cuando sabemos que el futuro siempre difiere del pasado. Los filtros nos ayudan a hacerlo. Hacen las aproximaciones necesarias para extrapolar el futuro y presentar las representaciones más probables y protectoras del futuro. Los filtros y la jerarquía previa relacionada también nos ayudan a dar sentido al billón y billón de entradas sensoriales que nos arroja el universo infinito. A diferencia de las vacas que no han conseguido alterar su futuro, que no tienen mente y que siguen masticando la misma hierba para sobrevivir, nosotros sí hemos conseguido influir en nuestro futuro mediante una combinación de filtros, prioridades, representaciones probables y acciones. El problema de la optimización del futuro impulsada por la mente es que tiene que haber una alineación difícil de conseguir entre la realidad filtrada y simplificada y 1) la realidad actual y 2) nuestras prioridades cambiantes.

La secuencia sigue un bucle como éste:
1. Entrada externa por genética o entorno (padres, social, universo)
2. Establecimiento de objetivos en numerosas categorías con distintas prioridades
3. Representación filtrada que integra nuestros objetivos en nuestra realidad
4. Nuevas entradas
5. Objetivos potencialmente alterados
6. Filtros alterados
7. Nuevas entradas

...y más y más

Los objetivos van y vienen. Los filtros tienden a durar más que los objetivos y pierden gradualmente su alineación con nuestras máximas prioridades. La mayoría de las experiencias de la vida pueden analizarse así. Por ejemplo, en el amor y la amistad:

1. establecemos nuestro nivel más alto de prioridades, digamos L11 y L12 (si tenemos 12 niveles de prioridad)
2. identificamos compañeros coherentes con nuestro L11/L12. Por ejemplo, en los primeros años de la escuela, identificamos a los compañeros más fuertes en la categoría que priorizamos (diversión, estudios, deporte, etc.).
3. desarrollamos una relación con los socios identificados
4. a medida que pasa el tiempo, los objetivos iniciales del amor/amistad pueden resultar de menor valor, indignos, anticuados o tal vez alcanzados. En todos los casos, los miembros de la pareja sentimental/amistad deben ajustar el objetivo de su relación para seguir alineados como amigos.

La autorreconciliación a menudo se promulga con relaciones externas que pueden comunicar o estimular la necesidad de nuevas prioridades. A la inversa, la reconciliación con uno mismo desencadena nuevos cambios que repercuten en todas las relaciones. Los amigos/amantes deben reevaluar con frecuencia su relación y reajustar sus propios objetivos o métodos. Todas las relaciones beneficiosas son especialmente importantes para ayudar a lograr la autorreconciliación de las partes implicadas. Estas relaciones requieren una atención constante a los cambios internos y externos. En consecuencia, los socios deben refrescar su relación e identificar nuevos modos de crecimiento y realización mutuos. Es muy arriesgado poner todos los huevos del amor y la amistad en la misma cesta, es decir, confiar en una relación o un dogma para alcanzar la buena vida. Son muy raros los que pueden apoyarse en el pasado para garantizar el futuro y exigir una lealtad verdadera y para siempre. El cambio es lo único de lo que podemos estar seguros. Alguien dijo: "¡Si encuentras a Buda en el camino, mátalo!" Lo que quería decir era "evita todo dogma, toda religión, toda exclusividad, toda permanencia".

Sólo unas relaciones, unos filtros y unas prioridades flexibles y atentos pueden ayudarnos a alcanzar la buena vida. pueden ayudarnos a conciliar nuestras muchas autocontradicciones en un océano infinito de estímulos sensoriales. En cuanto a mí, creo que la Benevolencia, la Transparencia, la Ternura, la Estima, la Atención, la Multiplicidad y la Apertura son herramientas fundamentales para ayudarnos a vivir la buena vida, rodeados de relaciones esenciales y gratificantes.


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