El objetivo y el método

 

Creo que la mayoría de nosotros tenemos ciertos objetivos importantes en la vida que dominan nuestro sistema operativo espiritual y se convierten en nuestras prioridades vitales. Metas como hacer el bien a la humanidad, amar tanto como sea posible, proporcionar independencia a nuestros hijos, acumular todo tipo de riqueza espiritual o tangible, ser bellos, y así sucesivamente. Una vez establecidos nuestros objetivos fundamentales, no estoy seguro de que cambien mucho a lo largo de nuestra vida. Después desarrollamos métodos, disciplinas que nos ayudan a progresar hacia la consecución de nuestros objetivos.

Así que, paso uno, fijamos el objetivo, y paso dos, desarrollamos y aplicamos un método apropiado. Me preocupa que, con el paso del tiempo, el método tienda a preceder al objetivo. Nos pasamos la vida viviendo, respirando, ejecutando nuestro método, y los objetivos dominantes se desvanecen de nuestra conciencia y pasan al piloto automático inconsciente. Esencialmente, el método toma el control. Nos convertimos en "un método", procesos de actuación casi automáticos con numerosos desencadenantes que deciden nuestros actos. Es muy posible que, a medida que evoluciona nuestro entorno, nuestro método no sea el óptimo para alcanzar nuestros objetivos, e incluso puede ser contraproducente, alejándonos cada vez más de nuestros objetivos. Por ejemplo, al proteger a nuestros hijos para asegurarnos de que lleguen a ser independientes, podemos de hecho convertirlos en dependientes de nosotros. Tratando de ser generosos con la humanidad, perdemos la cercanía a nuestra familia, etc.

 

Tal vez nos convenga examinar regularmente nuestro método antes de que se apodere de nosotros, en detrimento de nuestros objetivos. Un buen objetivo bien podría ser no tener un método sistemático. En cualquier caso, debemos reevaluar nuestros métodos con regularidad.